Angelina Jolie lo dejó claro cuando le propusieron ser una “chica Bond”: “No, gracias, pero me gustaría ser (James) Bond”. El deseo se cumplió en Salt, su vuelta al cine de acción como una espía que desconcierta y seduce hasta el último segundo.
El filme, que se estrena esta semana en Estados Unidos, resucita los fantasmas de la Guerra Fría en una inquietante trama de espionaje y de mucha acción que confirma a la protagonista de Lara Croft: Tomb Raider (2001) como una actriz dispuesta a sacarse los tacones y correr más que nadie.
“Algunas veces tuvimos que decir, este es el límite y de ahí no pasas”, desveló en la presentación de la película en Washington el productor Lorenzo Di Bonaventura, quien tanteaba las escenas más temerarias de Jolie sin olvidar los precios de los seguros que una actriz de su caché imponen.
El guión, pensado en un principio para Tom Cruise, tuvo que reescribirse, según el director Phillip Noyce (The Saint), para imprimir más agresividad -y así más credibilidad- al papel de Jolie, que interpreta a Evelyn Salt, una agente de la CIA acusada de pertenecer a un programa ruso que infiltra a sus “topos” en el país desde incluso la infancia.
“Los encuentros físicos con todos esos hombres malvados de repente se convirtió en algo muy exótico”, confesó el director.
La trepidante carrera contrarreloj de peleas coreografiadas estalla con la denuncia de un espía ruso que acusa a Salt de no ser quien dice ser.
Las alarmas saltan y la duda tuerce y retuerce una y otra vez la historia mientras ella corre, trepa, salta y se las ingenia para seguir adelante al compás de las más enrevesadas y acrobáticas artes de su oficio.
Para la actriz, que con su anterior trabajo, Wanted (2008), ya dejó claro cuánto disfruta en las persecuciones y las escenas sangrientas, el papel llegó en el momento ideal para su estado anímico.
