El joven de aspecto robusto un día fue un chiquillo dando tumbos con su suerte de desprotegido. Sin figuras parentales cercanas, encontró refugio en casa de una maestra de canto.
Juan Pomares es el chico del pasado y el tenor del presente. Cree que aquella situación le llevó a caminos favorables. Ir a parar al hogar de su maestra no solo le dio seguridad, sino que también le permitió desarrollar sus cuerdas vocales, y sin ellas jamás hubiese explorado su talento para el canto. “Tenía un tono agudo de niño y luego se tornó maduro”, compara.
Moctezuma alterado
La primera vez que subió a un escenario era un pupilo escolar. El concurso Manuel F. Zárate fue su primer reto, con la canción Moctezuma, la cual sacó con holgura en la modalidad de canto religioso. Él como solista, acompañado de otros cuatro coristas, experimentó el sinsabor de la derrota a los 14 años. El jurado se hallaba incrédulo de su voz abarcadora, la cual había alcanzado sin dificultad las notas más altas de la composición. “¡Este muchacho ha sido entrenado!”, acusaban con determinación la junta evaluadora que debatía entre quitarle el primer premio y cederlo a un grupo de chicas de Chiriquí que “habían cantado bonito”, rememora el tenor de 29 años. El segundo lugar de la competencia le fue dado como consolación. De no aceptar, el panel de expertos amenazaba con descalificarle. De nada valió la defensa de sus profesores. “¡Que esa es su voz!”, refutaban.
La decisión
Quiso ser médico, pero no le gustaban las tareas. Mientras se decidía por el rumbo que tomaría su vida, se entretenía aprendiendo piano en el coro de una congregación religiosa. Tocando las teclas, su maestra María Urriola detectó la afinación y la habilidad auditiva de Juan.

Cuando terminó el bachillerato obtuvo una media beca para estudiar ingeniería naval en una institución privada. Escogió la música, a pesar de la negativa de sus padres con quienes regularmente tenía contacto. “Ellos pensaban que me moriría de hambre”, le achacaron para persuadirlo de sus intenciones artísticas.
Una vez en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Panamá, encontró guía en la profesora Irena Sylya, soprano de renombre internacional, quien había fundado en 2008 la fundación Ópera Panamá, para cultivar a voces talentosas y desarrollar audiencias locales para la ópera.
Para sostener sus gastos universitarios, creó un grupo de mariachi. Desde su papel de charro, todas la noches deleitaba a comensales en restaurantes o en contrataciones privadas, mientras esperaba las fechas de los ensayos para espectáculos operísticos. Y por fin, en 2012, fue distinguido como la mejor voz masculina de Panamá en el local Concurso Rivelas.
Papeles
Sus primeras intervenciones en la ópera fueron con roles secundarios. En 2008, participó en Madama Butterfly como parte del coro. La ópera fue ofrecida para celebrar el centenario del Teatro Nacional de Panamá. Sin embargo, en julio pasado, la obra volvió al escenario y esta vez hizo el papel de Pinkerton como tenor principal.
Sus papeles continuaron adquiriendo mayor relevancia, como lo fue Tamino en La flauta mágica; Alfredo en La Traviata; Rodolfo en La bohéme; Canio en Pagliacci y Pinkerton, Madama Butterfly. “Generalmente -dice Pomares sonriente- me corresponde ser el sufrido enamorado, porque son los que abundan en las óperas”.
El concurso
Luego de pasar por el concurso Pustina International Vocal Competition en República Checa, donde fue el único representante latinoamericano, Pomares tomó clases con el maestro James Pearson en Viena (Austria), el mismo que entrena a los mejores de la ópera.
Pomares piensa que la ópera, así como muchas otras corrientes del arte, deben recibir mayor apoyo estatal. Reconoce que aún el público joven no se siente atraído por la ópera, más “porque la tendencia apunta a otros géneros y porque somos un país joven. La ópera es como un bebé, no digerimos la música clásica todavía”. Pero esto no le desanima a seguir y en un futuro conquistar mejores papeles y colaborar a despertar el amor de las audiencias por la ópera.
Una voz panameña en Europa
El tenor panameño Juan Pomares viajó este lunes a República Checa para deleitar con su voz en auditorios de ese país, con su participación en el Festival “Jakub Pustina y sus invitados” , el cual consiste en un programa de conciertos en el que comparte escenario con la soprano japonesa Ishii Masumi.
Pustina es un destacado tenor checo, que organiza desde hace 8 años una competencia mundial de voces jóvenes, en la que participó Pomares en mayo pasado y resultó ganador en la categoría “Festival Concert Tour”, para asistir en calidad de invitado a los recitales de este evento. En la misma categoría se ubicó a la mencionada artista japonesa.
La soprano internacional Irena Sylya, maestra de Pomares en Panamá, explica que en el festival participan importantes voces de la escena operística checa como lo son el propio [Jakup] Pustina y la soprano Gabriela Benacková, considerada una de las 10 mejores cantantes en el mundo de la ópera.
La estadía de Pomares en República Checa será de 15 días, entre los cuales seis serán dedicados a conciertos ofrecidos por la Fundación Jakup Pustina.
Pomares es becario de la Fundación Ópera Panamá, integrante del grupo Tres tenores de Panamá y miembro de la Asociación Grupo Lírico de Panamá. Ha conseguido papeles destacados en importantes espectáculos de ópera como Pagliacci, Madama Butterfly, La bohéme, La traviata y La flauta mágica.
El sendero de la ópera en la escena internacional se abre para este talento de 29 años. En noviembre, Pomares estará como invitado en Viena (Austria) con motivo de la celebración de las fiestas patrias y ofrecerá un concierto organizado por la Embajada de Panamá en ese país.





