Una de las lecturas que me han encantado más de la novela Los viajes de Gulliver, del escritor irlandés Jonathan Swift, es aquella de que los gigantes pueden ser vencidos por los pequeños.
Esa visión ideológica me parece encantadora, pues históricamente los imperios, de izquierda y de derecha, civiles o militares, gracias a su fuerza supuestamente sin límites, se creen invencibles ante cualquier enemigo, a quienes ven como inferiores y hasta los califican de meros salvajes que merecen ser sometidos por mentes aparentemente más brillantes.
Por eso les cuesta admitir que a cada quien le llega su hora, ya que los gobiernos y los individuos también pasan por el inevitable cumplimiento de la ley de la gravedad: todo lo que sube debe bajar.

