Machu Picchu, el perro peruano del que se dijo que sería la mascota del próximo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ya no viajará a Washington, debido a que se hizo grande sin conseguir el sí de quien habría podido ser su dueño.
El anuncio lo hizo ayer en Lima Claudia Gálvez, impulsora de la campaña para que el Perú tenga presencia canina en la Casa Blanca. Según ella, el propietario de Machu Picchu, el veterinario César Espinoza, “se dejó ganar por el entusiasmo” cuando anunció el fin de semana que ya todo estaba decidido y que el perro viajaría pronto para integrarse a la familia presidencial.
Gálvez dijo, sin embargo, que la campaña continuará y que ahora se le ofrecerá a Obama otro perro peruano, con el convencimiento de que la raza, por carecer de pelo, es ideal ante los problemas de alergia que tiene una de las hijas del mandatario electo.
El perro peruano, del que hay evidencias de que existe desde hace unos 3 mil años en lo que es hoy el Perú, tiene una temperatura interna superior a la de los demás canes, por lo que ha logrado sobrevivir a los tiempos a pesar de la ausencia de pelo que lo hace tan peculiar.
Gálvez, quien considera que tener un perro calvo en la Casa Blanca aumentará la potencialidad de internacionalización de la raza –de la que de hecho ya hay ejemplares por toda Sudamérica–, indicó que se buscarán nuevos contactos y que además se les dará a los Obama la posibilidad de elegir el sexo de la mascota.
La mascota presidencial, tradicional en Estados Unidos, ha sido tema de conversación en los días previos a la toma de mando.
Por lo pronto, Machu Picchu se quedó con sus 15 minutos de fama, durante los cuales entre otras cosas apadrinó una campaña con la que fueron vacunados cientos de sus congéneres en un distrito populoso de Lima.

