El mundo literario celebra hoy el centenario del nacimiento del irlandés Samuel Beckett (1906-1989), que con sus obras revolucionó la novelística y el teatro del siglo XX.
Ganador del premio Nobel de literatura en 1969, Beckett es conocido internacionalmente sobre todo por sus obras de teatro.
Beckett es también, como su compatriota y maestro James Joyce, un novelista, aunque uno que duda de la viabilidad del género y que dinamita continuamente la propia forma novelesca.
Beckett aplicó las lecciones aprendidas de Joyce en su primeriza Fair to Middling Women (1932) y luego en una colección de relatos cortos titulado More Pricks than Kicks (1934). Seguiría Murphy (1938), una obra inspirada por su vida bohemia en Londres y en la que el autor irlandés comienza a explorar el lado más oscuro de sus personajes.
Beckett trabajó durante la II Guerra Mundial para la resistencia francesa. Entonces en los 50 vino la etapa más prolífica de su profesión: Watt, la trilogía Molloy, Malone Muere y El Innombrable, rompiendo totalmente con la narrativa tradicional y desembocando en el minimalismo de sus Textos para Nada (1955).
Pero la obra que le dio fama mundial y que muchos califican como la más influyente de todo el teatro del siglo XX, es sin duda Esperando a Godot, estrenada en París en 1953.
En esa como en otras de sus creaciones para el teatro, la acción es mínima y los personajes argumentan, discuten, se pelean por detalles aparentemente irrelevantes y sobre todo, se dedican a llenar el tiempo con su verborrea repetitiva. Y en el caso de Godot, la espera es por nada.
Definitivamente sus obras han ejercido una influencia decisiva en la creación escénica del siglo XX y bastaron sin duda para inmortalizar a su autor.

