Dado que es un rinconcito de Argentina, comenzamos con unas empanadas.
De pollo y queso, ambas sabrosas.
La última vez que fui, pedimos una parrillada mixta que fue un fiasco así que esta vez decidimos pedir cortes enteros, pero primero comenzaré por los entrantes: un pulpo a la gallega que cumplió bien su cometido, y unos mejillones al ajillo que también se portaron bien, al igual que la provoleta, o sea un trozo de provolone derretido que es indispensable bajar con un buen Malbec.
Ya entrando en materia de plato fuerte, pedimos una entraña que estuvo impecable, al igual que unas costillitas de cordero, que cortésmente me hicieron enteras, en vez de cortarlas antes de cocinarlas, costumbre que no me vuelve loca a menos que las corten dobles.
Como no todo en este mundo tiene cascos, sino también escamas, etc., pedimos unos langostinos al ajillo deliciosos, y una excelente corvina a la mantequilla de limón.
De postre, un rico flan de coco y un pie de limón que fue mitad (la de abajo) Key lime y mitad (la de arriba) merengue, pero bien. Dixit.





