Rock in Rio, la Ciudad del Rock, cerca de Madrid, se vio inundada el pasado lunes en la noche por una marea de tatuajes, melenas, cuero y camisetas negras en cuyas espaldas solo se repetía el nombre: Metallica.
No importó que fuera lunes, ni que horas antes el cielo hubiera descargado una buena ración de lluvia. Los incondicionales fans de Metallica acudieron en masa al único concierto que ofrecía en España la banda liderada por James Hetfield y los cuatro jinetes del metal.
Con algo menos de público, en comparación con lo que se esperaba, las cinco jornadas del festival congregaron a un total de 250 mil personas en la enorme explanada de ocio, comercio y música a las afueras de Madrid.
Los encargados de calentar motores fueron, cuando aún lucía el sol, los veteranos Barón Rojo, que subidos sobre el escenario Sunset hicieron un repaso a clásicos como Neon Knights y Cuerdas de Acero.
Después, mientras el rock progresivo de los veteranos británicos Marillion deleitaba a las generaciones con canas, el público más joven se agolpaba ya frente al escenario ‘Mundo’ para corear el regreso de los madrileños Sôber, que tras cinco años de ausencia y trabajos en solitario regresaron para presentar su recopilatorio De aquí a la eternidad, con nuevas versiones de sus clásicos y dos temas inéditos.
Luego llegó el turno de los metaleros con más solera, los británicos Motörhead, que cumplen ya 35 años haciendo temblar los escenarios. “¡Somos Motörhead y venimos a tocar rock and roll”, chilló el legendario Lemmy Kilmister antes de arrancar con un furioso Iron Fest.
“Madrid, depende de ti, queremos ruido”, dijo Hetfield para empezar con Creeping death, del álbum Ride the Lightning Death Magnetic y otros de la década de 1980 y 1990.
