Las autoridades de la ciudad de México, considerada la segunda urbe más poblada del planeta, han declarado la guerra a los cientos de miles de chicles que los ciudadanos tiran en las calles y a la grasa que se acumula en sus aceras.
En las partes más afectadas, dice Ricardo Jaral, director de conservación de espacios públicos del Centro Histórico, se pueden contar 70 gomas de mascar por metro cuadrado.
Desde enero, 10 aparatos conocidos como cazachi-cles retiran, en jornadas de ocho horas, 12 mil chicles. Recoger cada chicle, dice Jaral, le cuesta al Estado 5 centavos, por lo que lanzarán una campaña de concienciación.
Desde febrero, la alcaldía de la ciudad de México limpiará por primera vez las aceras con agua caliente para así enfrentarse a otro problema de la capital: la grasa.
“Si lavamos una acera a presión con una hidrolavadora con agua fría la limpiamos, pero no a profundidad, porque si tiene grasa esta no sale”, señaló.
Con agua caliente, en cambio, “inmediatamente removemos las impurezas de la grasa y logramos dejar la acera muy limpia”, dijo.
Además, a partir de febrero la alcaldía planea vaciar los contenedores de basura del centro 11 veces al día, y no cinco como ahora, y lavarlas al menos una vez al día con agua caliente, en vez de una vez a la semana como antes.
Asimismo, las autoridades locales pretenden agilizar la reparación de las aceras y la construcción de “jardines verticales” para “reforestar” el Centro Histórico.
