Descalzos, inquietos, corriendo a través de aquellos inmensos juguetes inflables... ajenos a cualquier realidad que no tuviera que ver con risas, golosinas y diversión. Así pasean cientos de niños en Divernalia.
Mientras Chester Cheetos hace coreografías en la tarima ubicada en medio de Las Islas del Centro de Convenciones Atlapa, donde está feria para niños abrirá hasta el 6 de noviembre, Barney y Baby Bop posan con los pequeños para ser retratados.
Filas serpenteantes de niños decoraban auditivamente, con sus risotadas algaretas, el salón abarrotado de bestias gigantescas traídas desde España para la ocasión.
Hay dragones que dejan a los infantes correr libres por sus inmensas lenguas; hay un gran ave que invita a los más jóvenes a subir por sus faldas... y hasta una gran araña permite que los niños brinquen bajo sus larguísimas patas.
El peaje para entrar al mundo maravilloso, que hace a los pequeños sonreír y a los más grandes sentir envidia, es de tres dólares y en él además de haber puestos y puestos de comida que incitan al olfato a que mande señales al cerebro para que el paladar disfrute. Brochetas, hamburguesas, hot dogs , pollo, y por supuesto... ¡muchos dulces!
En una esquina del salón, la compañía de entretenimiento infantil Cataplum pinta los rostros de los niños, mientras que al lado se levanta una pista de carrera de vehículos a control remoto. En la esquina opuesta, al otro lado del lugar, una cancha de fulbito humano hace que doce pequeños sigan gritando y celebrando cada gol, como si se tratase del mismísimo Mundial.
Abierto hasta mañana, lunes, Divernalia tiene además una sección para los amantes de los videojuegos, los payasos y el karaoke. Todo, por supuesto, para los más chicos.

