Sucedió el 20 de mayo de 1520. Fue ese día cuando el español Pedro Arias de Dávila tuvo a bien el dejar sentadas todas las bases para que se levantara lo que fue llamada la población de Natá de los Caballeros, la cual hacía parte de las provincias de Pocorosa, París (Pariza para algunos), Comagre y otra que ya llevaba el nombre de la futura ciudad. Y aún nos quedan faltando muchas más.
¿Qué significaba ese nombre indígena de Natá? ¿Era el nombre del cacique regional? Parece que sí.
Gaspar de Espinosa fue la persona designada por Pedro Arias (algunos decían Darias) para escoger el lugar.
Hay constancia escrita que nos habla de cómo el Rey de España de aquellos años, “atendiendo a las múltiples solicitudes de las autoridades coloniales del Reino de Tierra Firme y en previa consulta de su Consejo de Indias, se decidió enviar antes de finalizar el siglo XVI a 100 caballeros notorios, hombres de ilustres prosapias, hijosdalgos y de reconocida reputación y buena fe, a las tierras que habían estado bajo los dominios de nuestros caciques indígenas”.
Vale la pena anotar que ya vimos arriba la fecha de la fundación de Natá, lo cual está distante de ser a finales de siglo; pero, bueno, en el mismo documento también quedaron consignados algunos de los nombres y apellidos de esos 100 personajes a saber: Pedro de Gracia, Juan Cedeño del Castillo, Alfonso de Valladares, Alonso García Cedeño, Domingo Montenegro, Antonio de Zúñiga, Atanasio Montenegro, Pedro Montenegro, Fernández de Liendo, etc.
También se habla de que ya allí habían vivido más de 430 negros esclavos, llevados por los españoles de la isla de Cuba. A estos se les deben añadir los propios indígenas de aquí y que ya ocupaban el lugar. Con el tiempo, por lo menos los españoles vivían algunos en sus tierras de los alrededores que en el propio Natá.
Otro hecho histórico que también vale la pena consignar se refiere a las continuas amenazas de piratas extranjeros para atacar la región. En el siguiente siglo XVIII, el contrabando fue prontamente restringido, perseguido y fuertemente castigado, por lo que por poco tiempo prevaleció. Naturalmente, la cerámica (tinajas, vasos, urnas) de varios colores y a base de barro en la zona que hoy nos ocupa también floreció.
Doce calles principales con los nombres de Santiago, Panamá, Mosa, Coclé, de la Sierra, de Urraca, de Escoria, de Paris, del Consejo, de Ezquegua, de la Mar y del Caño, también se crearon en el siglo XVI.
De la iglesia principal de Natá también vale la pena escribir, se dice, y parece que con mucha razón, que fue la primera que se levantó en América en el litoral del océano Pacífico. La riqueza de sus maderas, la belleza de sus estatuas y de su púlpito son también dignas de citar y de admirar.
Textos: Harry Castro Stanziola Fotografías: Procesadas por Ricardo López Arias Comentarios: vivir+@prensa.com
