Los últimos estudios científicos sobre el asma han identificado que la obesidad abdominal o de tipo central es un factor de riesgo para padecer asma bronquial.
La relación viene, según comentan los expertos en el tema, de la mano de la liberación de moléculas con actividad inflamatoria a partir de la grasa abdominal, que actúa luego a nivel del bronquio, generando su cierre y desencadenando una crisis asmática.
Un asmático obeso recae más en salas de emergencia por episodios de reagudización de su enfermedad, que aquellos que se mantienen en “línea”, señala el neumólogo Rafael Rodríguez.
El especialista explica que la obesidad favorece la propensión al desarrollo del asma, y se considera un estado proinflamatorio, es decir, beneficia la producción de sustancias inflamatorias que inciden en la mucosa aérea y muchas veces al desarrollo de los síntomas respiratorios.
Por otra parte, el paciente obeso puede desarrollar reflujo gastroesofágico, que favorece la aparición de asma, dice el neumólogo Rodríguez.
Mientras que un equipo de investigadores de la Universidad de Colorado, en Estados Unidos, encontró que las personas con sobrepeso y obesidad tienen 50% más riesgo de desarrollar asma que los individuos con peso normal, según un estudio publicado en la revista médica Thorax.
La investigación clasificó el peso normalde una persona como el equivalente al índice de masa corporal (IMC) menor de 25.
El sobrepeso equivale a un IMC de más de 25, pero menos de 30 y la obesidad con un IMC de 30 y más.
La asociación es más fuerte en mujeres que en varones, y según creen los investigadores, los estrógenos u otras hormonas femeninas podrían también interactuar, plantea la publicación científica.
La obesidad es un factor de riesgo para la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Pero ahora, según las últimos descubrimientos, el asma puede agregarse a esa lista.
El neumólogo Rodríguez agrega que el asma es una enfermedad multifactorial, donde la predisposición genética, la interacción del individuo con organismos como virus tempranamente en la vida, la influencia del medio ambiente, la polución, el humo de cigarrillo y los alérgenos ambientales pueden incidir en el desarrollo de esta enfermedad.

