El teléfono móvil es una auténtica obsesión en Filipinas, un país con una red de telecomunicaciones deficiente, pero cuyos cerca de 90 millones de habitantes envían cada día una media de mil millones de mensajes de texto (SMS).
La cifra, superior a la de toda Europa Occidental, convierte a la nación asiática en la capital mundial de los SMS en la llamada "Generación TXT".
Desde felicitar en Navidad o san Valentín, hasta recibir un diagnóstico médico o ligar con desconocidos, los filipinos emplean su móvil para comunicar casi cualquier noticia.
Hasta la presidenta Gloria Macapagal Arroyo no se despega de su aparato, se comunica por texto con colaboradores y periodistas, y los SMS son elemento de prueba válido ante cualquier juicio.
A los filipinos les gusta tanto, que recientemente el Gobierno se vio obligado a anular una ley que iba a gravar con un pequeño impuesto los mensajes por temor a una revuelta.
