El 17 de diciembre de 2010 se presentó en la Real Academia Española (RAE) la Ortografía de la lengua española, luego de estar ventilándose desde hacía meses parte de su contenido.
Antes de esa presentación salió a relucir que esta obra iba a eliminar signos, tildes, nombres con los que se conoce a muchas letras, entre otros aspectos.
Ese primer encuentro del contenido de la Ortografía de la lengua española y los hablantes del español no fue del todo positivo, reconoce Francisco Javier Pérez, presidente de la Academia Venezolana y coordinador de la obra en el área del Caribe continental.
Por esos días el diario español El País realizó una encuesta preguntando: ¿Estás de acuerdo con los cambios en la ortografía que ha anunciado la RAE? El descontento reflejado fue categórico: 56% dijo estar en contra de las nuevas normas; 33% apoyaba algunas de las modificaciones; 10% se mostró complacido con los cambios y 2% dijo que no sabía.
“La gente lo tomó como que venían imposiciones para no hacer más cosas (...) Se alborotó el avispero”, señala Pérez, quien mañana será uno de los presentadores de la obra en Panamá.
Ya cuando la obra empieza a circular -continúa el lingüista y lexicógrafo- las personas se fueron dando cuenta de que esas alteraciones no son un capricho, pues el texto explica el porqué de esas decisiones.
“El tema de la ortografía siempre es espinoso; que te cambien la manera en la que escribes es algo que te afecta de forma inmediata”, cita.
“Por más sencillas que sean las modificaciones, no resulta fácil cambiar normas ortográficas, pero el resultado obtenido ha sido halagüeño. Son interesantes los capítulos relativos a mayúsculas y minúsculas, no se usará mayúscula inicial en fórmulas de tratamiento y sustantivos que designan cargos, títulos nobiliarios, dignidades… sean civiles, militares, religiosos, públicos o privados, se pondrá presidente, el rey o el papa”, explica Berna Burrell, presidenta de la Academia Panameña de la Lengua.
Además, señala Burrell, en el texto queda acordado que hay una denominación única de las letras del alfabeto. “Así, con respecto a la ‘y’, se sugiere que se llame ‘ye’. En la forma culta siempre ha sido su nombre, ‘i’ griega no es apropiado, su uso más frecuente es el consonántico. En América, como recomiendan las Academias, es lo usual. En las aulas panameñas, hace mucho que así se le denomina. Por otro lado, aparte de profesores de lengua y personas con solidez académica, la mayoría de usuarios omite la tilde en el adverbio sólo. En la nueva Ortografía se sostiene que el contexto basta para desambiguar el sentido”.
Otro de los cambios, agrega Pérez, es la eliminación en el alfabeto de la “ch” y la “ll”. Por ser dígrafos (signos ortográficos de dos letras) deben salir del alfabeto, pero eso no significa que su pronunciación también desaparecerá, se seguirá usando, explica.

