BUSCANDO A JESÚS. Tras una larga noche de bar en bar, el borracho regresa a su casa cuando se topa con un pastor listo para bautizar a un grupo de evangélicos a la orilla del río. Sintiendo el olor a alcohol, y queriendo darles un ejemplo a sus fieles, el pastor lo sujeta por los hombros:- ¿Te gustaría encontrar a Jesús?- Sí, claro. Me gustaría encon- trar a cualquier persona con la que poder conversar sobre la vida y echar otro trago.
El pastor no se da por vencido. Les pide a los fieles que se den las manos, entran todos en el río, sumerge al borracho, lo saca del agua, y le grita:- ¡Hermano! ¿Has encontrado a Jesús?- No, no lo he encontrado.El pastor les pide a todos que canten aleluya, y lo vuelve a sumergir.- ¡Y ahora, hermano! ¿Has encontrado a Jesús?- Todavía no lo he encontrado, oiga.En esta ocasión, el grupo completo inicia un prolongado exorcismo, al final del cual vuelven a sumergir al borracho por tercera vez. El pastor lo saca del agua, clama a los cielos que las bendiciones caigan sobre todos los presentes, y volviéndose hacia el hombre, afirma con plena convicción: - ¡Estoy seguro de que ahora sí que has encontrado a Jesús! -Lo siento muchísimo, pero no he podido encontrarlo. Pero, ¿está usted seguro de que se ahogó aquí mismo?
EL ATEO Y EL LEÓN Un ateo pasea por una selva de África, admirando todo lo que aquel "accidente de la evolución" había llegado a producir.- ¡Pero qué árboles tan majestuosos! ¡Qué ríos tan poderosos! ¡Qué hermosos animales! ¡Y todo esto apareció por casualidad, sin la intervención de nadie! Realmente, solo las personas ignorantes y débiles de carácter, por miedo a no poder explicar ni el universo ni el sentido de sus propias vidas, tienen la necesidad de atribuir toda esta maravilla a una entidad superior. Entonces se produce un ruido en los arbustos que están a su espalda: un león se prepara para atacarlo.
El ateo intenta huir, pero el animal lo derriba. Ya sin nada que perder, el hombre grita:- ¡Dios mío!Y se produce el milagro: el tiempo se detiene, todo queda bañado por una extraña luz, y una voz se deja oír:- ¿Qué es lo que deseas? Has negado mi existencia durante toda tu vida, defendiste ante los demás que Yo no existía, y redujiste la Creación a un "accidente cósmico". Bastante confundido, el hombre exclama:- Ahora sería hipócrita por mi parte cambiar de idea solo porque estoy a punto de morir. Durante toda mi vida he mantenido ante los demás que Tú no existes. - Entonces, ¿qué esperas que haga?
El ateo reflexiona un poco, consciente de que esa discusión no puede extenderse eternamente. Finalmente dice:- Yo no puedo cambiar, pero el león sí que puede. Por lo tanto... ¡lo que quiero es que este animal salvaje se transforme en un animal cristiano!En ese mismo instante, la luz desaparece, los pájaros de la selva se ponen a cantar de nuevo, y el río vuelve a correr. El león sale de encima del hombre, hace una pausa, baja la cabeza, y dice lleno de fe:- Bendice Señor los alimentos que vamos a tomar...www.paulocoelhoblog.com