MITO. Uno de los comentarios más frecuentes en cualquier entrevista es:-...Y ahora que es usted una persona feliz...Lo cual provoca una inmediata reacción:-¿He dicho yo que soy feliz?No soy feliz, y la búsqueda de la felicidad, como objetivo principal, no forma parte de mi mundo. Como ser humano que soy, hago aquello que me gusta hacer. A causa de ello, me han internado tres veces en un hospital psiquiátrico, he pasado pocos pero terribles días en los sótanos de las dependencias militares durante la dictadura en Brasil, he perdido y he ganado amigos y amantes con la misma velocidad.
En su día me metí por caminos que, si hoy pudiese volver atrás, tal vez evitaría, pero siempre había algo que me empujaba hacia delante, y no era la búsqueda de la felicidad. Lo que me interesa en la vida es la curiosidad, los desafíos, el buen combate con sus victorias y sus derrotas. Estoy contento. Y alegría no es sinónimo de felicidad (que para mí se parece más a una larga tarde de domingo, donde no existe ningún desafío), sino tan sólo el descanso que en unas pocas horas se convierte en tedio, los mismos programas de televisión al final de la tarde, la perspectiva del lunes esperándonos con su rutina.Digo todo esto porque me ha sorprendido el tema de portada de una revista americana de gran prestigio, dedicada a asuntos políticos.
El tema era: "La ciencia de la felicidad: ¿está en su sistema genético?" Aparte de las tablas con estadísticas sobre países más felices o menos felices, el artículo hacía algunas observaciones interesantes:
A) Los países donde la renta per cápita está por debajo de 10 mil dólares al año, son países donde la mayoría de la gente no es feliz. Sin embargo, se descubre que, a partir de ahí, la diferencia económica ya no es tan importante. Un estudio científico realizado con las 400 personas más ricas de Estados Unidos demuestra que estas son sólo ligeramente más felices que aquellas que ganan 20 mil dólares. Conclusión: aunque es evidente que la pobreza es inaceptable, el viejo dicho "el dinero no da la felicidad" es cierto.
B) La felicidad es sólo uno de los trucos que utiliza nuestro sistema genético con el fin de cumplir su único papel: la supervivencia de la especie. Así, para obligarnos a comer o a hacer el amor, es necesario asociar a ello un elemento llamado "placer."
C) Por mucho que la gente se declare feliz, nadie está nunca del todo satisfecho: siempre hay que conquistar a una mujer más bonita, comprar una casa más grande, cambiar de coche, desear aquello que no se tiene. Eso es una manifestación del instinto de supervivencia: en el momento en que las personas se sintieran plenamente felices, nadie se atrevería a hacer nada diferente, y el mundo dejaría de evolucionar.
D) Por eso, tanto en el plano físico (comer, hacer el amor) como en el emocional (desear siempre aquello que no se tiene), la evolución del ser humano ha dictado una regla importante y fundamental: la felicidad no puede durar.
Siempre consistirá en momentos, de modo que jamás podamos acomodarnos en una poltrona.Conclusión: es mejor olvidar esa idea de buscar la felicidad a toda costa, e ir en busca de cosas más interesantes, como los mares desconocidos, las personas extrañas y los pensamientos provocadores. Sólo de esa manera viviremos enteramente nuestra condición humana, contribuyendo a una civilización más armoniosa. Por supuesto, todo eso tiene un precio, pero vale la pena pagarlo.