Tengo un montón de amigos y conocidos que simplemente no gustan de este sitio. ¿Será que para ellos “cocina mexicana” es sinónimo de Tex-mex?
No sé… pero aquí lo más cerca que te vas a encontrar al chihuahua de la famosa franquicia estadounidense es un cabrito adobado, pero con más carne que la mascota de Paris Hilton.
Esta vez fui bastante parca: comenzamos con una exquisita limonada, una agua de Jamaica (léase saril) y una margarita virgen de fresa, que estuvo rica, aunque algo dulzón. Luego, seguimos con unas jarochas, unos taquitos fritos en una masa delicada como un filo, pero rellena de camaroncitos.
Venían con una ensalada “nada que ver” pero ellos, en sí, estaban muy bien, crocantes por fuera y de fino sabor por dentro. Seguimos con un queso fundido “casado” con chorizo que distó de ser el mejor que he probado. Oleoso y sin gracia alguna.
Pasamos a los platos fuertes, y en un intento valiente de encontrar algo nuevo bajo el universo azteca, pedimos primero un cabrito al pastor y luego un “chamorro de cordero”, ambos platos que no describiré porque no los tenían. Así que me tuve que resignar por una “barbacoa de borrego” que me imagino presume reproducir uno de los tantos platos similares que se elaboran en México (ojo, creo que El Patio Mexicano es lo mejorcito que tenemos en cuanto a platos mexicanos auténticos) como por ejemplo, aquellos chivitos y borregos que se hacen en tierra de tequila, soterrados con piedras calientes. Este fue un tierno, tiernísimo estofado de cordero, que se deshacía en la boca. Vino con sus tortillas de harina, y un pocillo de cebolla y cilantro picados. A eso, añadimos, para conformar nuestros “taquitos”, un guacamole que estuvo en rigor y forma.
No nos defraudó. Para terminar de ordenar (y pedir comida suficiente como para valer una reseña decente) pedimos unos langostinos “en amasiato”: seis langostinos perfectamente apanados y fritos, compartidos dentro de una hermosa bandeja entre dos mosaicos de salsa: una roja, de “jitomate”, y una verde, de tomatillo. Para los amantes del fruto de mar, los recomiendo.
De postre, un pie de pacanas y un café de olla (café, canela y raspadura o piloncillo como se le conoce allá). Buena experiencia, pero no óptima. Dixit.





