El color negro ocupó un misterioso lugar en la obra del pintor estadounidense Mark Rothko, que la National Gallery of Art ha rescatado en una exposición ambientada bajo la luz natural y el sosiego de música abstracta.
La muestra In the Tower: Mark Rothko, que fue inaugurada el pasado 21 de febrero y permanecerá hasta el 2 de enero de 2011, reúne siete pinturas negras y nueve cuadros que proyectan la evolución de ese color en la obra del artista desde la década de los treinta.
La serie más enigmática es la que acoge la sala acristalada de la Torre del museo y que rescata parte de las obras a las que se dedicó el pintor a las comisiones de “Four Seasons Restaurant” (1958-1959) y Harvard University (1961-1963).
En 1964, los coleccionistas Dominique y Jon de Menil le encargaron unas pinturas para decorar una capilla católica en Houston (Texas).
Pero la muerte por suicidio del artista en 1970 impidió que Rothko viera aquel lugar. Al año siguiente, el templo abrió en su honor como la “Capilla Rothko”, un lugar aconfesional que acogió desde entonces la presencia de sus obras “negras”.
Esta serie de lienzos de gran formato revela cómo el artista moldea el negro a partir de la luz, las texturas y los bordes suaves que se desfiguran atrapando, sin embargo, todavía sus famosos rectángulos.
“Las pinturas negras son sorprendentes al público porque Rothko es conocido por sus hermosos colores”, comenta el comisario de la exposición, Harry Cooper, quien desvela la pregunta irresoluble y motivo de la muestra: ¿por qué se dedicó al negro?.
“Hay teorías que dicen que estaba muy deprimido y enfermo. Para mí, no tiene nada que ver con eso. Veo mucha vida, mucha belleza y luz”, explica.

