Abrió recientemente la versión 2.0 de esta pizzería que reseñé hace siete años y ha tenido una clara evolución.
El servicio es de lentitud burocrática, pero la comida ha sufrido cambios para mejor.
El menú se ha expandido, por ejemplo, y ahora tienen emparedados: sugiero el “Del Este” que trae de todo: jamón, pavo, pierna, queso de varios tipos, peperoni, lomo, salami. O sea que no es de esos bocadillos endebles que te traen una lonja milimétrica de fiambre.
Entre las pizzas, que vienen de 6, 9, 12 y 16 pulgadas, pedimos dos de 6: la “gustosa” que trae chorizo italiano, cebolla cruda, tomates, muy pero muy rica; la siciliana trae berenjenas y albahaca.
También pedimos un plato de hongos gratinados, donde los frutos del bosque nadaban en una besamela con su gratín de queso chiclosito. Buenas, pero no un wao. Lo que sí nos encantó fue el plato de espagueti a la carbonara que vino con su buena porción de tocino.
Otro que estuvo interesante fue el “niño envuelto”, que es un filete relleno con jamón, salami y peperoni, luego queso, y que entonces se apana, se fríe y se sirve, troceado, encima de pasta (en este caso elegimos unos penne) con una salsa de tomate que se autodenomina ammatriciana, pero que era más bien un ragú de tomate.
A la hora del postre pedimos el brownie con helado que no fue ningún maná del cielo.
Anunciaban un capuccino frappé, que pedí. Unos 45 más tarde me vinieron a decir que no lo podían servir porque la crema no estaba suficientemente fría.
Tienen servicio a domicilio para el área. Dixit.





