La noticia de que la empresa Mattel está retirando del mercado 14 líneas de productos de la marca Fisher- Price, fabricados en China, porque registran un alto contenido de plomo, tiene más importancia de lo que los medios de comunicación y la población en general le ha dado.
Esta es la opinión del químico y catedrático César A. Prieto, quien asegura que tal vez el suceso no ha causado más escándalo porque no se han registrado –en ninguno de los países en donde se distribuían dichos juguetes– casos claros de niños intoxicados por estar expuestos a la sustancia.
"La gente ignora que en la mayoría de los casos los síntomas o reacciones de estar expuesto al plomo no salen a corto plazo, a menos que la persona ingiera o inhale una dosis alta del químico, en un día. De lo contrario – y esto lo han dado a conocer las autoridades de salud internacionales– es más común que la intoxicación con plomo se dé por acumulación lenta con el paso del tiempo debido a la exposición repetitiva a pequeñas cantidades de este elemento, como pasa con los juguetes".
Advierte Prieto que la población infantil es la más vulnerable a desarrollar síntomas a largo plazo porque la sustancia puede afectar su normal desarrollo cerebral, corporal, neuronal (disminución del cociente intelectual), y además puede presentar dificultad para dormir al llegar a la edad de 10 años, si la exposición a la sustancia fue desde que tenía tres o cuatro años.
En los adultos, en cambio, son más comunes los problemas auditivos y el daño renal.
"Hay estudios que plantean que la exposición al plomo puede causar en algunas personas cólicos abdominales, debilidad muscular, dolores de cabeza y reducción de la sensibilidad corporal".
En tanto, la médica internista Susana Alvarado informa que las personas que mediante un examen clínico dejen ver que han estado muy expuestos a la sustancia, pueden ser tratadas con una terapia de quelación, que ayudará a eliminar los niveles altos de plomo que se han acumulado en su cuerpo con el tiempo.
La exposición alta en un corto plazo puede conllevar tratamientos más agresivos, como un lavado gástrico o una irrigación intestinal.
