El príncipe heredero de Bélgica, Philip, cumplió ayer 50 años en medio de una fuerte polémica por los enormes gastos que supone la monarquía para el bolsillo de los ciudadanos belgas, que pagan por mantener a su Casa Real cerca de cinco millones de euros anuales (unos 6.5 millones de dólares).
Según informa la edición digital del periódico flamenco De Standaard, en principio no están previstos grandes actos festivos, atendiendo sobre todo a la situación de crisis económica que vive el país, como el resto de Europa.

