Alexa Gutiérrez tiene 25 años, es de La Chorrera y viene a entrenar a los salones del Ballet Nacional todos los días, en bus. Empezó a bailar desde los 5 años. Recibió su título profesional de bailarina a los 13. Su familia le enseñó que la danza era un trabajo como cualquier otro. Alexa es una de las primeras figuras del Ballet Nacional.
El Ballet Nacional cuenta con 31 integrantes en el cuerpo de baile. Todos entre 14 y 18 años, más 17 miembros estables en la compañía.
Las chicas han sido entrenadas en distintas escuelas de danza. Las integrantes de academias privadas también participan en las grandes galas.
Es verano. Preparan El lago de los cisnes y estas niñas podrían estar paseando en un mall o tomando sol en la playa, pero han elegido pasar sus vacaciones entrenando todas las mañanas, de lunes a sábado.
Es por eso que se hace difícil entender por qué, cuando se gradúan de secundaria, dejan algo que les gusta y por lo que se han sacrificado tanto.
La directora de la Escuela Nacional de Danza, Ana Acela Smith, explica que para las niñas, bailar con el Ballet Nacional es un ideal. Inician sus estudios, logran sus objetivos, desarrollan sus destrezas y cuando llegan al ballet se encuentran conque tienen que seguir trabajando arduamente y además, estudiar. "Cuando los papás sienten que el ballet o la danza demanda tanto o más que los estudios, entonces ellos también piensan y sopesan qué es lo más importante para el futuro de su hija y ven cuál sería el campo laboral. En este caso los padres no ven los dividendos que a ellos les gustaría y quizá por esto no las motivan como para que continúen o les piden que dejen de bailar".
Según Smith, existen casos de excelentes bailarinas que ganaron becas para bailar en Estados Unidos y dejaron la danza para ser doctoras: "excelentes doctoras y profesionales eso sí, porque la danza no solo ayuda a desarrollar el cuerpo, también ayuda a ser mejores personas, más equilibradas, a saber disponer de su tiempo libre y estar en paz y armonía con el cuerpo, la mente y el alma".
Ericka Stahl baila desde muy pequeña. A los 15 años ha sido profesora de las más chiquitas en la academia -privada- donde ella misma está por sacar su título profesional. Dejó muchas reuniones e idas al cine con sus amigas, para no faltar a sus ensayos. Sigue bailando, aunque ya no le gusta. El título profesional que le dan en la academia le sirve como "crédito extracurricular", en la universidad a la que va a asistir en unos años. Erika quiere estudiar química.
Pero hay niñas que se llegan a graduar y sí desean continuar, "y mientras puedan, bailarán con el Ballet Nacional y eso es un incentivo para ellas y para los padres", agrega la profesora Smith.
Melisabel Correa hace una pausa en el ensayo de El lago de los cisnes, tiene 22 años y es de San Miguelito. Estudió fisioterapia y danza. No quiso trabajar en un hospital y decidió tratar a niños con autismo. Melisabel es parte de la compañía del Ballet Nacional y es máster en neurorrehabilitación pediátrica.

