En su rostro se dibuja un gran deseo de vivir y de tener una familia. Antonio Flores Becker es ahora un niño juguetón, "parlanchín" y amante del ritmo reggae.
Cuando él llegó al Hospital del Niño en abril del año pasado, procedente del Hospital José Domingo De Obaldía (Chiriquí), sus signos vitales "estaban muy comprometidos". Así lo describe el doctor Max Ramírez Rosales, médico pediatra del Hospital del Niño, al consultarlo sobre el tema.
El cuadro clínico de Antonio es delicado. Se le diagnosticó hidrocefalia (acumulación de líquido cefalorraquídeo), tuberculosis cerebral y pulmonar, y úlceras corneales que le imposibilitan su visión.
Luego de la operación para colocarle un catéter ventricular dentro de los ventrículos del cerebro y una válvula que transporte el líquido cefalorraquídeo, su recuperación ha sido favorable. "Antes estaba totalmente inmóvil, no hacía gestos ni pronunciaba palabras. Ahora pide alimentos y dice algunas frases", comenta Ramírez. Pero la preocupación de los especialistas y de las Damas Voluntarias del Hospital del Niño es: ¿cuál será el destino de Antonio? Se trata de un menor con discapacidad, que no tiene familiares ni un lugar donde vivir para seguir con su tratamiento médico ambulatorio, comenta el galeno.
Tras algunas diligencias efectuadas en hogares y albergues infantiles, se encontró que en Panamá no hay centros especializados exclusivamente para la atención de niños con discapacidad ni hay espacios disponibles.
Sin embargo, Sor Lourdes Reis, directora del Hogar San José de Malambo, asegura que su único inconveniente para albergar a Antonio sería la falta de personal especializado que se dedique al cuidado permanente de él.
Frente a eso, Ramírez agrega que por su discapacidad el niño necesita constancia en sus citas médicas, requiere de un tratamiento de rehabilitación física para caminar y de una adecuada terapia de lenguaje, porque es un niño que no ve.
Para Reis, es lamentable que "nuestra niñez discapacitada y enferma esté bajo estas condiciones de pobreza".
Solo en el Hogar San José de Malambo hay 160 menores; de esos, el 50% está por abandono, seguido por maltrato infantil y VIH. En Malambo hay ocho niños con discapacidad, pero muy diferente a la de Antonio, expresa Reis.
