Ya lo decíamos en los comentarios de las fotografías: que aquí en los textos hablaríamos más de esa gran poetisa que lo fue la también bautizada como “la alondra chiricana” o sea, Doña María Olimpia Miranda de Obaldía.
Cómo se puede olvidar a una poetisa que pudo escribirle estos versos a un hijo que acababa de tener:
“Dulce Señor, me hiciste renacer, por el amor de otro ser, que dilata mi ardiente juventud. Dame fuerza, Señor, para ampararlo, rectitud y firmeza para guiarlo, para criarlo. Señor dame salud, para afirmar su corazón, bondad, para dar a su mente, claridad. Que en este ser, quiero Señor, ver florecer, mi corazón”.
Pues bien, este es apenas un pequeño, pero gran ejemplo, de lo que fue capaz de producir nuestro personaje de hoy.
Nació ella en Dolega, Chiriquí, el 9 de septiembre de 1891. Fueron sus padres Manuel del Rosario Miranda y Felipa Rovira. Sus primeros estudios los efectuó, allá en su ciudad natal y además en David.
Cuando apenas tenía 10 años de edad, ya había escrito sus primeros versos, lo cual demuestra además de otros atributos, el de su precocidad. En 1913 se gradúa en la Escuela Normal de Institutoras en la ciudad de Panamá. Trabajó entonces como maestra hasta 1918.
Se une con José de Obaldía Jované, con el cual tiene a Mario J., Marco Julio, Marcio Javier, Manonguita, María Jilma, Manuel José, Marcelo Jaime. Dos de ellos y su compañero sentimental murieron antes que ella. Fíjense que todos los nombres comienzan o con una M o con una J. Esa fue la voluntad de sus progenitores, la única que no tuvo un nombre con “J” fue Doña Manonguita.
En 1929 y por idea del Rector en ese entonces del Instituto Nacional, José Dolores Moscote, se le ofreció a la poetisa un grandioso, emotivo y más que merecido homenaje nacional (de él presentamos fotografías con anterioridad, en una de nuestras Raíces).
Allí recibió medallas, títulos y honores provenientes de las provincias nuestras y del exterior también.
En 1975 (¿o 1976?) y ahora por idea del Club Kiwanis se publicó la colección de casi toda su poesía, las cuales había titulado “Orquídeas”, “Breviarios Líricos”, “Himno a la Maternidad”, “Parnaso Infantil”, “Visiones Eternas”, “Penumbra”, “Primavera Espiritual”, “Ñantore May” (o sea, “Muy bien gracias”, en el idioma Ngöble Buglé).
Doña María Olimpia falleció el 14 de abril de 1985, en esta ciudad de Panamá, más fue enterrada en su tierra natal, en Dolega.
Durante su vida, recibió muchos honores, nombramientos en academias y condecoraciones. Nosotros la vamos a recordar eternamente releyendo sus poemas o reproduciendo aquí, aun cuando sea parte de algunos de ellos. Por ejemplo, el que llamó “Trasmigración”, que dice así:
“Amor: cuando yo muera, de mi cuerpo, los átomos dispersos se trocarán en una verde enredadera, y al extenderse por los brazos tersos de la cruz de mi fosa, en cada primavera, la cubrirá de flores olorosas. Cuando sientas nostalgia de cariño, cuando añores mis cálidos abrazos, recoge las corolas que en mi tumba, sus pétalos de armiño a los huesos del sol habrán radiado, y que son rimas misteriosas que te hablarán de indestructibles lazos y de amores que viven en la ultratumba”.
Nos permitimos recomendar a nuestros lectores , si ya no lo han hecho, que lean por ejemplo, el “Himno a la Maternidad” y la “Oración de la Esposa”, y ojalá que otras poesías más.
Textos: Harry Castro StanziolaFotografías: Cortesía de Manonguita de ObaldíaProcesadas por Ricardo López AriasComentarios: vivir+@prensa.com
