50 Cent es uno de los intérpretes del rap con más fama y aceptación en su natal EU y otros mercados.
Eso no le sirvió en Panamá durante su concierto, el pasado 14 de mayo en el Figali Convention Center, al menos en términos de concurrencia.
Asistió un par de miles de personas, cantidad que resultó desértica para el gran tamaño del lugar, que en el pasado ha sido abarrotado por hasta 12 mil personas en conciertos como el de Marc Anthony (2006), Maná (2007) y Metallica (2010).
A las 8:00 p.m. el público ingresó. No hubo aglomeraciones, ni tardanzas, ni empujones, ni demás características del caos típico en los grandes espectáculos.
Con algo de público en las diferentes áreas, varios disc jockey (dj) nacionales calentaban el ambiente con estruendosa música, aunque los presentes parecían estar en otra cosa, menos siguiendo las mezclas.
Una indiferencia similar recibió un grupo de reggae que cantó luego de los dj.
A las 10:30 p.m. continuó la velada con el panameño Latin Fresh, quien ha hecho su carrera en el extranjero. Entonó su lírica por un rato y se llevó un par de aplausos.
El fin de la extensa antesala estuvo a cargo de una entretenida coreografía del grupo de baile 507 Flow.
Durante la mayor parte del tiempo, el público no mostró síntomas de ánimo, más bien de aburrimiento.
Despertó del letargo a las 11:35 p.m. cuando se proyectaron imágenes apocalípticas de una ciudad en llamas sobre una tela blanca que tapaba el escenario.
De pronto, se apreció la silueta de Curtis James Jackson, verdadero nombre del también actor, que fue recibido con gritos.
El montaje escénico fue sencillo. Un enorme dibujo, con una ciudad entre las llamas y un tipo musculoso en el medio (que parecía ser 50 Cent), más algunas luces.
El sonido estaba más claro que de costumbre en el local de Amador. Así, 50 Cent interpretó canción tras canción, casi sin pausa, acompañado de dos coristas y varios bailarines.
In Da Club, Window shopper y Straight To The Bank fueron rapeadas. Hubo más ritmo hasta pasadas las 12:00 medianoche.
