La acuarela ha sido, tradicionalmente, el más popular de todos los medios pictóricos por su versatilidad y gran accesibilidad, y en ninguna otra parte ha alcanzado tanta difusión entre aficionados y profesionales como en el Reino Unido.
No es, pues, de extrañar que la galería Tate Britain, especializada en el arte británico de distintas épocas, haya decidido dedicar a partir de mañana y hasta el 21 de agosto una exposición a la historia de la acuarela en este país, que reúne más de 200 obras de distintos siglos.
La acuarela no solo es un medio barato, sino en principio de fácil manejo y tiene ventajas como la facilidad con que se seca y su limpieza en comparación con la viscosidad, por ejemplo, del óleo, aunque tiene otros inconvenientes frente a este, sobre todo el de no admitir errores o correcciones.
Durante muchos años, cuando no había aún la fotografía, la acuarela sirvió para representar lugares exóticos, plantas y animales; es decir, para comunicar a otros lo que veían los viajeros en sus expediciones a otros continentes, por ejemplo, las del capitán Cook.
Era en cierto modo un complemento del dibujo, al que añadía el elemento del color para proporcionar por un lado información adicional y aumentar al mismo tiempo el atractivo estético de lo representado.
Pero, aunque normalmente se asocia a ese medio con la pintura representativa, sobre todo del paisaje, la exposición de la Tate introduce la obra de artistas contemporáneos, como Andy Goldworthy o el escultor de origen indio Anish Kapoor, que han reinterpretado la acuarela de modo radical.

