“¿Por qué no enseñan a sacar miel del sol a los helicópteros?, porque la miel puede estar muy caliente y dónde se parquearían los helicópteros”.
Esta es la respuesta que Johana Frías Centella dio a los nueve años a una de las conocidas preguntas del poeta Pablo Neruda, en un taller de expresión que dictó la escritora panameña Hena de Zachrisson.
Estimular la imaginación y la creatividad, al tiempo que se enseñan los valores, son algunas de las ventajas y satisfacciones que les ofrece la literatura infantil a los promotores de lectura.
Para Zachrisson, quien es presidenta honoraria de la Academia de Literatura Infantil, el género infantil es una forma de estrechar la comunicación con los niños; sin embargo, en su concepto, es el que está menos desarrollado en Panamá. Lo que, según piensa, se debe a la falta de apoyo estatal y empresarial.
El porcentaje de literatura infantil que se vende es pequeño en comparación con el total de ventas, afirma María Trinidad Quintero, de Exedra Books. En su caso, estas obras equivalen al 4.5% de las ventas.
Y esto no varía mucho si hablamos de edición. Patricia Alvarado, de Piggy Press, editorial de libros infantiles, informa, por ejemplo, que anualmente se editan unos ocho títulos de autores panameños y extranjeros.
Las mayores o menores cifras de ventas de libros infantiles en el mundo son algo que depende de cada país, indica Irene Delgado, presidenta de la Academia de Literatura Infantil.
En Europa se venden muchos libros para niños, pero el nivel económico de sus padres les da acceso a esta posibilidad, explica Delgado, y menciona además el caso de Cuba, en donde los libros están subvencionados por el Estado.
“En nuestro país, hay deseo de leer y existe preocupación por parte de los padres para que sus hijos lean buenos libros, pero los costos no son tan accesibles”.
