Los niños que reciben una educación más rígida crecen medianamente más obesos, explica un estudio que individualizó en comportamientos autoritarios de madres firmes el origen de los hábitos alimentarios adquiridos en la infancia.
La investigación, realizada por el médico Kay Rhee de la Escuela de Medicina de la Boston University, se basó en 872 familias y no se tuvo en cuenta el comportamiento de los padres ni el peso de las madres.
Las conclusiones indican que los hijos de madres intransigentes crecen más obesos, quizá porque buscan en los alimentos un escape al estrés o los problemas.
En cambio, las madres más flexibles enseñan a sus hijos, desde el comienzo, a responsabilizarse y ser más autónomos, también en las elecciones dietéticas. "A la cama sin cenar" o "si no comes todo, no mirarás televisión" son algunas de las frases que utilizan estás madres intransigentes en la educación de sus niños.
Del análisis de Kay Rhee resulta que el 17% de los niños que recibieron una educación severa tiene sobrepeso, con respecto al 9.9% de hijos de madres más flexibles, al 9.8% de madres permisivas y apenas el 3.9 % de aquellos que crecieron con reglas elásticas.