Cuando el capitán Encarnación Toribio cursaba su carrera de oficial de cubierta en la desaparecida Escuela Náutica, hace tres décadas, tuvo que ingeniárserlas para recrear en su mente cómo serían sus labores en alta mar a partir de los conocimientos teóricos que adquirió en el aula de clases.
Lanzándose al mar, literalmente, fue que Toribio desarrolló sus destrezas.
Hoy funge como decano de la Facultad de Ciencias Náuticas de la Universidad Marítima Internacional de Panamá (UMIP), plantel que cuenta con el Centro de Simuladores y Tecnología aplicada, donde se recrean situaciones de rutina normal de viaje o de emergencia.
En su época estudiantil no tenían simuladores. “Lo más que había era un radarcito, un timón y un motor diésel que no era simulador, sino una máquina. En el año de embarque último período, era cuando intentábamos recuperar el aprendizaje práctico que no teníamos”.
Hoy, el viento sopla a favor de los futuros ingenieros navales con especialización en navegación y maquinaria naval, ya que la Organización Marítima Internacional exige a los centros de formación marítima el uso del simulador, recalca el ingeniero Faustino González, director de la Escuela de Ingeniería Marítima de UMIP.
El centro cuenta con simuladores de cubierta (puente) y de máquinas, por ejemplo, en los que los profesores pueden alterar las condiciones metereológicas para que se modifique el funcionamiento de las maquinarias, dice.
“El ejercicio es tan real, que cuando los estudiantes están aquí se les olvida que están en tierra firme, y creen que están navegando. Ante los retos, algunos se desesperan y lloran porque piensan que la cosa es real. Yo les digo que eso debe suceder aquí en el simulador; cuando estarán a bordo tendrán que mantener la calma porque esas situaciones pueden darse”, comenta González.
