“El artista que tiene años de experiencia ya tiene su propio espíritu, color, forma y mundo. El artista tiene que diseñar, lo que salga de allí, es la obra y eso es precioso”, destacó el artista dominicano Cándido Bidó, en su galería en Santo Domingo, República Dominicana, alrededor de su amplia colección de obras bañadas en tonos caribeños.
Nacido en 1936, en la ciudad de Bonao, Bidó cuenta que en primaria era el que más dibujaba en su clase y siempre soñó con ir a Santo Domingo a la Escuela de Bellas Artes, hasta que a los 16 años pudo hacerlo.
Según él, en aquella época era muy difícil vender un cuadro y tuvo que trabajar en los cines pintando carteles de las películas que se iban a pasar en la noche.
“Comencé ganando una miseria, pero aprendí a pintar con la brocha gorda, pintar casas y a diseñar en las capillas”, detalla.
Bidó se cataloga como “un pintor del Caribe”. “Pinto lo que siento, figurativo, pero con mi propio estilo”.
El pintor utiliza los colores del trópico, en lienzos caribeños con el Sol presente en casi todos sus cuadros. “Soy del Caribe y él siempre está bien iluminado con el Sol, los soles son como mi firma”.
Además, su labor artística va más allá de la creación de un cuadro, porque ha dedicado parte de su vida a la enseñanza y ayudar a jóvenes artistas.
Ha creado tres centros educativos de artes, uno de ellos el Centro de Plaza de la Cultura de Bonao que es un gran centro cultural de los cuatro que tiene República Dominicana.
En este centro tiene además el Museo Cándido Bidó, y ofrece clases de pintura, música, teatro, ballet y todo lo involucrado al arte. “Para mí ese centro ha sido lo más importante de mi trabajo, que parte de lo que gano del arte pueda ser utilizado como aporte para muchos jóvenes”, señaló el artista, quien tiene programas de ayuda y becas estudiantiles.
El arte es su vida y sin él no hubiese podido existir, exclamó Bidó. “Claro es mi profesión, pero el arte me da vida, me da valor”.
En su puntillismo actual, aparte de la mujer y la naturaleza, le gusta mucho el tema de la maternidad. “Veía cuando mi esposa estaba embarazada y se me grabó la forma como se movía y amamantaba”.
RESCATE DE LA CULTURA
Algunas costumbres como la creación de la muñeca de trapo que hacían las abuelitas a sus nietas hace años han ido desapareciendo, y para revivir esas tradiciones el pintor las ha utilizado en algunas de sus obras. Así mismo hizo con los “santos de palo”, realizados por los niños con habilidad para tallar madera. Bidó los revivió en sus clases estudiantiles, y actualmente se han hecho famosos los “santos de palo” de Bonao.
En los cuadros de Bidó no puede faltar el azul, el Sol, la figura humana, aunque “hay cosas que me guardo como las orejas de las mujeres”, detalla el pintor que considera a Panamá como su “segundo país” y tiene aquí grandes amigos como Chong Neto, Guillermo Trujillo y Olga y Alfredo Sinclair.

