Stallman, en Panamá

El auditorio espera con ansias. Para muchos, el despeinado y excéntrico orador de 56 años –que asegura que nunca ha tenido un teléfono celular y que no pretende tener uno porque es un dispositivo de “vigilancia” del Gran Hermano– es un admirado héroe de la informática que lidera un movimiento que aspira a “liberar el ciberespacio y a sus habitantes”.

Ha sido hacker, programador en el Laboratorio de Inteligencia Artificial del Instituto Tecnológico de Massachussetts (MIT), y reconocido con doctorados honorarios en universidades de varios países. Le gustan los juegos de palabras y con frecuencia usa acrónimos recursivos. Cree que cada persona debe ser dueña de su informática, y se opone al uso de software como servicio.

Richard Stallman, padre del proyecto GNU y del software libre, se prepara para dirigirse al público. Se quita sus zapatos negros con velcro y los deja en la tarima, mientras camina en medias hacia el podio. Durante su discurso en español, en el que intercala ideas con un refresco de cola, se enfoca en explicar los fundamentos del software libre y sus orígenes.

El software libre tiene cuatro libertades que nos proporciona la democracia, en contraste, con un programa privativo se está bajo la dictadura de su desarrollador, plantea, y añade que un programa no libre mantiene divididos a los usuarios porque es prohibido compartirlos con los demás, e impotentes, porque al no tener el código fuente, el usuario no puede cambiar ni investigar lo que hacen estos programas.

“Si no tienes la libertad de distribuir copias, vas a tener un dilema cuando tu amigo te pida una: tendrás que elegir entre dársela y romper la licencia del programa, o negársela y cumplir con la licencia. Deberías elegir el menor mal, que es darle una copia y romper la licencia”.

Asegura que el software privativo tiene funciones malévolas, concebidas para restringir al usuario, vigilarlo e incluso atacarlo, y que los desarrolladores de estos programas usan el concepto de “piratería” como propaganda para “satanizar la práctica de ayudar al prójimo”.

“Quieren hacer suponer que ayudar al prójimo es el equivalente moral de atacar barcos. Los piratas no atacan las computadoras, ni tocando muy mal instrumentos musicales, sino con armas”.

Luego, compara el software privativo con las drogas. En su opinión, los desarrolladores de software privativo tienen su departamento de “ser vicio” educativo para crearle dependencia a los estudiantes. Regalan sus productos a las escuelas, los alumnos se acostumbran a ellos y luego, solo querrán usar software privativo, argumenta, por eso, en las escuelas solo se debe usar software libre, para ahorrar costos en las licencias y “fomentar la educación moral, el espíritu de buena voluntad y el hábito de ayudar al prójimo”.

Si hay dos cosas que parecen no gustarle a Stallman, además del calor, son, primero, que se olvide mencionar la partícula GNU antes de Linux (GNU/Linux). Y segundo, que se confunda el software libre con open source o código abierto. Reclama que se reconozca el trabajo de 25 años que tomó desarrollar el sistema operativo y aclara que empezaron antes que Linus Torvald, el padre de Linux, quien no comparte la filosofía de libertad de Stallman.

Explica que, en 1998 había una disputa en la comunidad de software libre porque unos valoraban la libertad y solidaridad social del soft- ware libre y otros, solo sus ventajas prácticas. Entonces, los segundos adoptaron el término código abierto, omitiendo los principios éticos.

“Tenemos que superar estos obstáculos para hacer llegar nuestras ideas de libertad y solidaridad social a los usuarios de computadoras e incluso, del sistema GNU/Linux. Además, necesitamos más participación en el desarrollo de las distribuciones libres”.

¿Considera que GNU/Linux es socialista? le preguntan. Con humor responde que la filosofía del software libre contempla aspectos capitalistas, porque se respeta la propiedad privada y se ofrece un libre mercado para soporte y servicios; socialistas, porque se pretende desarrollar el conocimiento para todos; y anarquistas, porque cada uno puede hacer lo que quiera y nadie tiene poder sobre otro.

Luego, se viste con una toga y se coloca un aro en la cabeza. Dice que hay quienes le dicen que es un santo y se presenta como “San Ignucio”, continúa su discurso y bendice las computadoras. Al final, el creador de la Free Soft- ware Foundation, subasta un peluche de ñu (animal distintivo de GNU) y aún sin zapatos, se toma fotos con los asistentes.

Mientras habla de sus gustos y comenta el libro Red as Blood, de Tanith Lee, pone a sonar su hit “Guantanamero” en su computadora Lemote.

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