¿Conoce a alguien con las siguientes características: desfase entre la edad cronológica y la edad mental; desconocimiento de sí mismo; inestabilidad emocional; y poca o nula responsabilidad? Probablemente que sí.
De hecho por el mundo deambulan muchas personas con estas características, personas que pareciera que aún no han terminado de hacerse. Con mala percepción de la realidad, carencia de un proyecto de vida –en relación al trabajo, el amor y la cultura- y sin criterios morales y éticos estables ni control de sus emociones.
Inmaduro, sería el término que quizás usted utilizaría para describirlo. Y no se equivocaría. No en balde en el campo de la salud mental ya se empieza a acuñar este vocablo para diagnosticar uno de los trastornos de la personalidad más frecuentes.
Personalidad inmadura
Quienes lo padecen no han logrado llegar a un estado de conocimiento interior y buen juicio. De prudencia y saber que les lleve a gestionar de manera positiva su vida. Ese estado de plenitud que permite reflexionar sobre los sentimientos, las ideas y la vida profesional, traduciendo dicha reflexión en frutos positivos y duraderos.
Y es que no han ido evolucionado progresivamente ni aprendiendo las lecciones que se van dando, tanto así que se han quedado rezagados en el tiempo y sin cultivar los recursos con los que han venido al mundo. Convivir con alguien así es harto complicado.
Tal es el caso de una paciente de 27 años –pero que parece de 14– que llega a consulta prácticamente obligada por su madre. Según el psicólogo que la entrevistó, la chica no sabe bien lo que quiere, se exige muy poco, su voluntad está sin desarrollar, no tiene educados los hábitos de estudio, es desordenada y se mueve por la ley del "me apetece". Además, no sabe escoger las amistades y mucho menos los novios, cada uno peor que otro.
Hay otro típico en individuos con muy buena situación profesional y económica que sin embargo son un caos en lo que al campo sentimental se refiere. Personas a las que les cuesta tener una pareja sólida, ya que no son capaces de amar ni ser amados. Algo que tiene que ver con la llamada inmadurez afectiva, un desajuste presente por ejemplo en los hombres mujeriegos a los que se les da muy bien la conquista pero no pueden perseverar en una relación sana y estable.
CARÁCTERISTICAS

