El dormitorio infantil debe concebirse como un espacio multifuncional, capaz de dar cabida a todas las actividades propias de un niño y teniendo en cuenta que debe contribuir a potenciar y desarrollar sus cualidades creativas, sobre todo la imaginación.
La fantasía es la base de las potencialidades futuras del individuo, por eso conviene preparar el ambiente de modo que incite y motive el desarrollo mental durante su crecimiento. Habilitar el espacio con una zona para el descanso, otra para el juego y un área para guardar los juguetes es una forma de enseñarle, desde muy pequeño, a organizarse.
No conviene olvidar que hay que adquirir un mobiliario que, según el niño vaya creciendo, pueda adaptarse a las exigencias de la edad. Buscar el máximo aprovechamiento del espacio colocando cama y mesa adosada a la pared. Dejar libre el centro para las zona de juego y luego de estudio.
La única regla decorativa es que la habitación se adapte a la edad del niño. Puede emplear figuras tradicionales propias de la infancia: animales, muñecos, flores, aviones, etc.
