Sin necesidad de viajar por el espacio al satélite natural de la Tierra, en Chile se puede visitar un paisaje semejante al lunar en el misterioso "Valle de la Luna", que atrae a cada vez más turistas.
El lugar está situado en la región de Antofagasta, a 1.650 kilómetros al norte de Santiago y está en pleno desierto de Atacama, el más árido del mundo. El Valle de la Luna es una verdadera recreación del paisaje lunar, salpicado además con la mayor profusión de estrellas que se pueda imaginar.
El visitante puede apreciar unas espectaculares puestas de sol, en las que a medida que baja la luz, los cerros se van pintando de tonos pastel, el cielo pasa de rosa a púrpura y a negro, mientras un potente viento intenta hacer huir a los turistas, como si la naturaleza se opusiera a esa "invasión".
Cuando el sol desaparece y da paso a la Luna, la temperatura llega a caer hasta los cero grados y entonces, la sal que salpica el valle se escarcha, conformando un paisaje inolvidable.
Según los expertos, el material salino que compone esta cordillera es muy susceptible de ser erosionado y arrastrado por el viento y otros agentes atmosféricos, lo que ha dado origen a diferentes y sinuosas formas que causan asombro.
Sin embargo, el área constituye uno de los rincones más inhóspitos de la tierra, ya que no hay humedad, ni vida vegetal o animal. Según el director del Servicio Nacional de Turismo, Óscar Santelices, el magnetismo que se ha creado en torno al Valle de la Luna, ha generado que los operadores de turismo en Europa estén enviando grupos cada vez más grandes a esa zona, especialmente de Italia, Alemania, Bélgica, Holanda y Suecia.
Para los arqueólogos, la zona resulta de sumo interés ya que la historia del lugar se remonta a 11 mil años antes de Cristo, fecha a la que corresponden los vestigios humanos más antiguos que allí se han encontrado, un atractivo más para los turistas.