Nacido argentino y naturalizado panameño, Juan Carlos Marcos es un hombre sin ataduras y un pintor afanado. Su larga trayectoria personal lo llevó a vivir en España, Francia, Italia, Chile y Argentina, hasta que encontró nicho en Panamá, lugar donde hoy día su vida se ha plasmado en las páginas de un libro que él mismo dice no merecer.
"No se me ocurre mucha gente que, según mi criterio, se merezca un libro", opina el pintor. Y escribirlo de sí mismo, ¡jamás! Sin embargo, no esconde su satisfacción.
Como pintor se consagró desde muy joven; su primer autorretrato lo realizó a los 15 años.
Fue introducido al arte por Jorge Mella, reconocido artista argentino, pero su educación la recibió en París, único lugar donde estudió pintura formalmente; por lo demás, considera que la educación no proviene únicamente de lo que se aprende en las aulas. Más bien, comparte la opinión de que uno se educa también en las calles.
Ese espíritu libre ha llevado a Marcos a emprender la vida en muchos diferentes países de Europa y América. Sin embargo, no cree que los países lo han influenciado.
"Las influencias vienen de otros pintores y de todo lo que veo", aclara. Los lugares que ha visitado le han proporcionado las vivencias que le permiten crear sus obras.
Afirma que sin la pintura en su vida ésta no tendría sentido y considera su trabajo un regalo enorme, ya que lo mantiene con los pies en la tierra y le da una razón para vivir.
Sin embargo, Marcos dice no estar satisfecho con sus obras, ya que si lo estuviera, tendrían que ser perfectas.
El artista asegura que "el día que pinte un cuadro perfecto, me tendría que morir".
(Vea 4B)
