La diabetes es una enfermedad crónica que cada vez se está haciendo más frecuente entre los niños. Así lo expresó la pediatra Zulema Arias, quien agregó que el impacto que tiene esta enfermedad en lo niños es muy diferente a lo que experimenta un adulto.
Sustenta que para los pequeños es difícil asimilar que deben vivir sus vidas monitoreando sus niveles de azúcar en la sangre, medicándose y velando por crear un equilibrio entre sus actividades diarias y su alimentación, cuando estos sólo se preocupan por jugar y en todo caso, estudiar.
"Sí, es cierto que esta forma de vida puede interferir con las tareas normales de desarrollo de la infancia y la adolescencia, que incluye el éxito de la educación y la transición hacia la edad adulta".
Ahora, Arias expresa que este impacto negativo es posible reducirlo si el niño desde el momento que empieza a recibir tratamiento médico es atendido también por un equipo multidisciplinario, que lo ayude junto con su familia a afrontar la situación y aprender que es posible disfrutar de su salud física y emocional.
Este es el caso de Yira Portillo, quien laborando para la organización Diagnostics Division Central America & the Caribbean lleva unos seis años trabajando con pacientes diabéticos, orientándolos sobre todo lo referente a su enfermedad.
También realiza seminarios en donde se capacita a los familiares de los pacientes y se realizan pruebas de glucosa, colesterol y triglicéridos gratis, para detectar a los pacientes vulnerables a la enfermedad, los que tienen la patología y para hacer un llamado de atención a los que saben que la padecen y claramente no están llevando un control.
Estas orientaciones son gratuitas para todo público, con sólo enviar un correo a: yira.portillo@roche.com puede recibir más información o llamando a los números: 227-6492 ó 227-6493 .
Arias recordó a los padres que tienen algunos desafíos que deben tener presente en algunas etapas de los menores de edad con diabetes.
Por ejemplo, en el caso de los escolares hay que pensar en cómo ayudarlos a adaptarse al entorno familiar y en la escuela, motivarlos a que se relacionen con los demás chicos sin cohibirse, y que aprendan a lidiar ellos mismos con el control de su enfermedad. En el caso de los adolescentes: el desafío es que presentan mayor insensibilidad a la insulina vinculada a la pubertad, rápidos cambios de comportamiento y aumento de la depresión y la ansiedad.
