Jorge Ledezma Bradley comenzó su relación con la música desde pequeño por herencia de sus padres. "En casa, a veces haciendo los oficios del hogar, mi madre cantaba y mi padre se conectaba con ella en una segunda voz armonizada. Escuchando esas cosas desde niño, comenzamos a imitarlos", comenta Ledezma.
Desde niño tocaba la guitarra junto a sus hermanos, Ricardo y Guillermo. "Teníamos un trío y cantábamos música de boleros".
Años más tarde, partió a Brasil para estudiar medicina; pero, entonces, sus planes dieron un giro. Estando allí, creó un coro que cantaba polifonía.
"Sentí el llamado irrevocable de dedicarme a la música, y tenía la suerte de estar en una ciudad que tenía una escuela donde existía la carrera de dirección de orquesta. Para mí, fue el momento preciso".
En 1969, comenzó a tener sus primeras experiencias orquestales cuando entró a la facultad de música y arte escénico en la Universidad Federal de Salvador de Bahía, para estudiar dirección de orquesta. "Con la buena suerte de que la escuela tenía una orquesta sinfónica y nos daban las clases con esa orquesta", confesó.
En esa onda musical intensa, tuvo "la oportunidad y buena fortuna" de involucrarse desde los primeros momentos de estudio con la parte práctica de dirigir y hacer música.
Regresó a Panamá en 1975 como director asistente de la Orquesta Sinfónica Nacional y, a partir de 1988, quedó a cargo de ella como director hasta 1993. Luego de un año, volvió a dirigirla hasta la actualidad, marcando en ella por más de 30 años.
Dirigir "es concertar, poner a todos los músicos en la misma pulsación, bajo el mismo sentimiento y, para obtener eso sin hablar, se utiliza el gesto". En eso consiste fundamentalmente la dirección de orquesta, explica Ledezma. "Que con el gesto todos estén con el mismo ritmo, la misma intención, pulsación y ánimo creativo". "Hay una técnica en los gestos, pero cada director la emplea un poco según su temperamento, carácter y sentimiento".
