Hoy en día escribir un libro de texto para alumnos de cualquier nivel académico es toda una odisea. Estos textos deben ser vías de consulta que, aunados con la explicación del profesor, nutran al aprendiz. Muchos expertos terminan por desear elaborar un libro educativo para transmitir sus experiencias y conocimientos adquiridos.
No obstante, al buscar aprobación del Ministerio de Educación son rechazados porque el libro no cumple con las exigencias de una determinada materia, utiliza un lenguaje complejo, su contenido es insuficiente o rinde honores a la pésima ortografía.
Ileana Gólcher, que laboró en la Dirección Nacional de Derecho de Autor, apuntó que "la gramática es básica, el dominio de un tema también, pero si no se logra ser creativo en la narración utilizando los organizadores didácticos (ejemplos, citas, resaltados, etc.) lo más probable es que jamás logre acaparar al público estudiantil".
De su experiencia, Gólcher señaló que antes de escribir un texto académico se debe tener un banco de información básica, integrado por estadísticas, glosarios, fichas bibliográficas, resúmenes de varios libros relacionados al tema y tres tipos de diccionarios (sinónimos y antónimos, de la especialidad y de la Real Academia Española de la Lengua).
Estas últimas armas ayudarán a que siempre se tenga en cuenta que "todo lo técnico o incomprensible debe ser explicado para ser digerido".
La claridad y sencillez resultan factores clave para establecer una comunicación efectiva.
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