En un lugar de los suburbios de Lima, sobre el techo de un centro comercial rebosante de espectadores, unos 70 mototaxistas se dejaron la piel y la carrocería de sus autos para llegar a ser el “más charly”.
En el lenguaje coloquial peruano, el charly es aquella persona que sobresale del resto, la más “chévere, bacana o bravaza” que lidera en el barrio y marca tendencia con su personalidad.
La primera carrera de mototaxis, celebrada en Perú el domingo, tuvo entre sus atractivos la elección del mototaxi “más charly”, esto es, el que ha sido modificado de manera más creativa, con colores, equipo de sonido, alerones, vinilos o cualquier otro añadido.
El joven José Carlos Travezaño, procedente del “cono” o barrio periférico de Los Olivos, se alzó con el triunfo gracias a un vehículo no demasiado estrambótico, pero con una radio que se oía a metros de distancia, porque “con unos buenos parlantes [altavoces] te repones y no te aburres trabajando”, explicó.
Más recargado se veía el mototaxi de César Vásquez, que en los últimos dos años y medio le ha añadido marcas y luces de carros deportivos, tomas de aires y hasta imitaciones de tubos de magnesio.
“Cuando crezca, quiero ser camión”, se leía en uno de los mototaxis que, puestos a punto, se apelotonaban en el estacionamiento de esta particular carrera automovilística.
Entre tanto, solo había dos mujeres, Pamela Muñoz, que en los descansos se dedicaba a amamantar a su pequeña; y Lola Vivas, defensora de la “vieja escuela” tras 15 años recorriendo las caóticas calles del distrito de San Martín de Porres.
Afuera, los choferes de las tres categorías (motocar 125cc, 150cc y Torito 150cc) hicieron rugir al máximo los motores de sus vehículos durante las cuatro horas que duró el torneo, animados por el ambiente festivo y, sobre todo, por la posibilidad de ganar 3 mil soles, unos mil 61 dólares.

