Lo comercial prevaleció sobre lo autóctono en el V Festival de Diablos y Congos de Portobelo 2007. Desde mucho antes de las 10:00 a.m. del pasado sábado, la gente empezó a llegar a la planta baja de la Real Aduana de Portobelo para disfrutar de la gran Feria Artesanal, Gastronómica y Agropecuaria que daba inicio al festival.
Sin embargo, los puestos que vendían real comida costeña como el fufú (sopa de pescado con leche de coco), burgao (molusco bien condimentado), pescado frito, pulpo, dulce de naranja y limón, arroz con coco y el cóctel easy touch (coco finamente cortado) se podían contar con los dedos de una mano y sobraban. Lo que abundaba eran quioscos que vendían hamburguesas, pollo asado, patacones, tasajo y hasta chorizo colombiano, el menú típico de toda feria.
Daida Delgado, que tenía un puesto de comida diagonal al Fuerte San Jerónimo, comentó que antes ella elaboraba esos platillos para el festival, pero se dio cuenta que no eran rentables económicamente. "Son muy elaborados, inviertes en la compra de muchos condimentos por lo que no puedes hacer en grandes cantidades y aunque vendas el plato caro no le sacas mucha ganancia. En cambio uno puede pasar toda la mañana friendo patacones o tasajo que la gente por hambre va a comer aunque no sea el gran manjar, y de dólar a dólar uno se hace hasta más de 400 dólares".
Los artículos y curiosidades que caracterizan la orfebrería colonense tampoco abundaron.
Uno que otro se le veía vendiendo artesanías elaboradas a base de telas, piedras, paja de trigo, cuero, tallado en madera y vidrio, mientras que los demás tenían puestos de buhonería donde vendían juguetes, bisutería, gorras, pañoletas, etc.
Josué Díaz, tallador de vidrio, expresa que a "la gente le gusta las artesanías por eso se postra ante su puesto a ver cómo lo hace. El problema es que no le gusta pagar lo que cuesta, por eso muchos artistas se dedican a vender otras cosas".
(Vea ‘Queremos a los diablos’)
