Algunas personas manifiestan diversas formas de conductas autodestructivas o de agresión contra ellas mismas que, por lo general, pasan desa- percibidas y en las que la depresión juega un papel primordial. Estas conductas podrían, incluso, llevarlos al suicidio.
Para la psiquiatra Laura de Díaz, una persona puede tener este tipo de comportamiento a través de lesiones auntoinflingidas, que aunque no lleven al suicidio, podrían dañar un órgano vital.
El automutilamiento – el cortarse el rostro, las manos y los brazos con navajas o cuchillos– es un ejemplo de conducta autodestructiva.
“Incluso tatuarse todo el cuerpo, aunque sea visto como moda, a mi parecer, es una forma de automutilamiento por esa sensación de dolor y sufrimiento innecesario”, describe la especialista.
Precisa que esto es común entre los adolescentes, por lo que quizás sea necesario realizar más estudios para conocer sus causas.
El complejo de inferioridad, la falta de amor propio, fumar y beber en exceso son otras acciones autodestructivas que usualmente no se perciben como tales.
La intención habitual de quienes tienen estos problemas quizás no sea la de acabar con la propia vida, sino experimentar determinado placer a través de estas conductas. Es común que pronuncien frases como: “mi vida no tiene sentido”; “para mí no hay futuro”; y que carezcan de planes para su vida.
El psicólogo Nelson Riquelme coincide con la psiquiatra sobre la necesidad de investigar más sobre el tema, y enfatiza que en Panamá estas conductas son notorias en jóvenes de 14 a 25 años.
Todo se inicia como un juego. Por ejemplo, tirarse de lugares o de alturas peligrosas, lanzarse a la calle, a pesar de que venga una avalancha de carros y cortarse la piel. Estas manifestaciones se hacen de manera pública y de forma exhibicionista.
Entre los adolescentes, se ve como una competencia por desafiar al peligro, y aunque muchas veces no tienen la intención de buscar la muerte, pueden encontrarla.

