Aparece en escena y el espectador va del miedo a una admiración enigmática. El villano se las trae. Sabe que sin él no hay acción y que en toda película se requiere que alguien le fastidie la vida al tipo admirable.
Mario Rodríguez, docente universitario, piensa que un villano de verdad es aquel que se convierte en un equilibrio para el protagonista.
¿Ejemplos? Batman y el Wasón y Supermán y Lex Luthor. Un buen malo, anota Rodríguez, tiene que ser interesante y astuto. “Casi hechiza con su inteligencia y perseverancia, y es casi de admirar su estilo por conseguir lo que quiere, aunque el objetivo no sea loable”.
Un villano perfecto es aquel que se refleja de una manera cercana con el lado sombrío que cada ser humano posee. ¿Cómo lo descubre el productor José Macías? “Cuando murmuramos en la sala de cine: ‘humm, yo podría hacer algo así’”.
Macías agrega que ese personaje de ética y moral ligera “tiene no solo la maldad sino la ‘bondad’ suficiente para optar por su maldad completa. Es como los políticos, no puedes pasar desapercibido haciendo ‘pequeñas maldades’, tienes realmente que ‘hacer una gran maldad’ para ser recordado por la sociedad”.
El villano debe tener las mismas características que el buena gente de la película. Es decir, fuerza, astucia y atractivo. Vaya, el único pequeño detalle es que quiere todo el poder o desea destruir el planeta a toda costa.
“Cuando se logra un buen balance, ya se asegura que la batalla será interesante. Como en el boxeo, si pones a un heavyweight contra un peso gallo, ya todos sabemos cuál será el resultado, y no hay suspenso. Además, el villano debe tener su lado humano muy claro y con motivaciones concretas, igual que su contrincante”, plantea el cineasta Abner Benaim.
Luis Pacheco, presidente de la Asociación Cinematográfica de Panamá, recomienda que en el guión el hombre de pocas pulgas debe “generar miedo, odio, ira o terror. Esto se logra cuando se le da el suficiente peso en la historia para que genere el suficiente suspenso y logre un impacto sicológico en el público”.
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VEA Los dueños del mal
