A través de la historia, las diversas civilizaciones construyeron sus viviendas y elaboraron vestimentas, adornos, medicinas, armas, etc. con los materiales que tenían disponibles, en principio, plantas, arcilla, piedras y madera. Con el tiempo, tanto los productos como los métodos para su confección fueron evolucionando a la par de las sociedades.
Hoy día, gracias a los avances científicos y tecnológicos, es posible desarrollar materiales “a la medida” para construir un producto en particular. La ciencia de los materiales, que se dedica a investigar las relaciones entre las estructuras de los componentes internos de un material y sus propiedades, juega un papel fundamental para ese fin.
Debido a que la estructura interna (el ordenamiento de los átomos) de un material determina sus propiedades eléctricas, magnéticas, térmicas, ópticas, mecánicas y deteriorativas, este conocimiento es clave para que los ingenieros químicos y otros profesionales puedan crear nuevos materiales con características ideales según la aplicación que tendrá: industrial, médica, informática, telecomunicaciones, medios de transporte, etc.
También se pueden mejorar las propiedades de materiales ya existentes, por ejemplo, excluyendo los metales pesados, para que sean más amigables con el ambiente y reducir potenciales riesgos para la salud.
Valiéndose de diversas técnicas (microscopía electrónica de barrido, difracción de rayos X, espectroscopía, electrospinning), los investigadores sintetizan los materiales, los combinan, caracterizan y estudian cómo distintos estímulos o aditivos inciden en el orden de sus átomos y en sus propiedades. La nanotecnología ha potenciado este tipo de investigaciones en el mundo.




