Al igual que la Navidad, que está relacionada con los antiguos festivales paganos preinvernales, la Pascua está íntimamente ligada a rituales paganos que acompañaban la llegada de la primavera; de ahí que algunos la califiquen de florida. Es por eso que se asocia en el hemisferio norte con el sacrificio de un cordero, ya que las ovejas parían en primavera.
Originalmente se valoraba el cordero mucho más por su lana que por su carne; pero debido a su fácil capacidad de adaptación a climas calientes y ventiscosos, como los del Medio Oriente, ofrece una excelente fuente de proteína y grasa, especialmente las especies coligordas que ya en 9,000 A. C. se habían domesticado en el norte de Irak, y que junto con el chivo constituyen la fuente más importante de proteínas.
Supuestamente, cuando los romanos decidieron tomar un censo en Palestina, poco antes de que naciera Cristo, el decreto no disfrutó de mucha popularidad con los judíos, quienes tenían un método de cálculo mucho más conveniente.
Contaban el número de corderos que los rabinos carniceros sacrificaban para Pesaj y los multiplicaban por 10, que era el número aproximado de personas que se podía alimentar de un animal.
(Vea Rica tradición monoteísta)

