María Olimpia de Obaldía, dama de unos versos capaces de internarse en el corazón por su condición refulgente, romántica y social.
Sus poemas sobre cielos y selvas, laureles, juegos y ensueños han conectado de forma directa con aquellos que conocen de las facultades benditas de las rimas.
Esta maestra dedicada nace el 9 de septiembre de 1891, en Dolega, provincia de Chiriquí. La que fue la primera mujer en ser miembro de la Academia Panameña de la Lengua muere en la ciudad capital el 14 de agosto de 1985, hace hoy 25 años.
“Era una mujer tan sensitiva y humana, y tan buena madre. Lo que percibía lo sublimaba y lo elevaba a la poesía”, comenta Manonguita de Obaldía, una de los siete hijos que María Olimpia cría y forma junto con su esposo, don José de Obaldía Jované.
“Sin estridencias, sin exageraciones, con seriedad, cumplió su vocación poética a la par que cumplía con sus deberes de mujer casada”, destaca por su parte Margarita Vásquez de Pérez, docente universitaria y académica de la lengua.
A la novelista y también académica Gloria Guardia le impresiona en María Olimpia “su integridad, su solidaridad con los campesinos, su inmensa ternura maternal, y el conocimiento que tenía de la métrica española: dominio que la llevó a sobresalir y consagrarse como maestra de la lírica panameña durante las primeras décadas del siglo XX”.
“No hay un tema humano, femenino, patriótico, religioso o social que le haya sido indiferente”, opina por su parte la profesora y promotora cultural Emma Gómez.
La autora de Brevario lírico (1930), de acuerdo al profesor y académico Rodolfo A. de Gracia, brinda una notable contribución a la poesía istmeña: “le da un toque especial de intimismo familiar, de un localismo interior que hasta entonces no había tenido”.
Berna Burrell, presidenta de la Academia Panameña de la Lengua, destaca que en la poesía de María Olimpia “hay una agreste y fresca belleza que relaciono con la sencillez esencial de la mujer; hay vida por todos lados, y la presencia de las lágrimas se adivinan en sus versos. Aunque no recordemos con exactitud toda su obra, está en nosotros sutilmente, con el brío suficiente que tiene el recuerdo íntimo de lo nuestro”.
VEA Poesía que sabe calar

