UNA RAZA MUY EXPRESIVA. Esta imponente raza es oriunda de Francia, más precisamente de la región de Burdeos, que le dio su nombre. Se dice que desciende de los mastines de la antigua Roma, donde los perros cumplían un rol importante en las batallas, pero no como hoy los conocemos, auxiliando al hombre. En ese entonces peleaban en el campo de batalla cuerpo a cuerpo con sus enemigos humanos a los que hoy acompañan y protegen con esmero.
Al igual que otras razas de mastines y molosos, estos dogos también eran utilizados para las cruentas peleas de perros, por esos tiempos, uno de los entretenimientos preferidos por el pueblo.
Es un excelente perro de compañía, y confiable como la mayoría de los perros, seguros de sí mismos, pero no es aconsejable que sea adiestrado para el ataque y la defensa, ya que si bien seguro morderá adecuadamente para defender lo suyo, el problema radica en hacerle soltar la presa.
Su cara es muy expresiva como la mayoría de los molosos, los bulldogs y los ejemplares arrugados.
Aquellos que decidan tener un dogo de Burdeos en casa, deben saber que a pesar de su musculoso cuerpo y pesada osamenta, es ágil y le encanta jugar cual si fuera una grácil libélula.
Debido a su rápido crecimiento, requiere de una atención especial en la etapa de desarrollo para que sus cartílagos sostengan debidamente su cuerpo y un suplemento adecuado para que sus miembros sean correctos. Los machos de esta raza deben medir de 60 a 68 centímetros a la cruz, siendo las hembras más pequeñas.
Se aceptan todos los colores de leonado, desde el caoba hasta el isabelino, permitiendo manchas blancas en el antepecho.
Su piel deberá se gruesa, suelta y sin excesivos pliegues y su pelo corto y suave al tacto. Es un gran perro, en todos los sentidos.
