Que el niño inicie su etapa escolar sin contar con la edad estipulada por la ley no hará que sea más hábil o más inteligente en su vida adulta.
Al contrario, si los padres matriculan a sus hijos sin tener la edad que plantea el Ministerio de Educación (Meduca) no se hará más que trastocar su autoestima y todo lo que conlleva su lado emocional, coinciden especialistas en la materia.
En cuanto a las edades, el decreto número 26 del 16 de enero de 1954, en su artículo 5 , señala que el alumno puede ser admitido para cursar el primer grado teniendo hasta una edad de seis años con seis meses; a preescolar inicial (conocido popularmente como kindergarten) podrá ingresar con cinco años y seis meses.
Sin embargo, este decreto que trae una modificación con el decreto número 82 del 13 de marzo de 1970, agrega que a partir de los cuatro años pueden cursar el prejardín (o llamado pre-kínder).
Y es que a los cuatro años, el niño está experimentando por sí mismo la observación, lo que despierta su interés de aprender tocando, comenta la docente Petra Serracín de Franco, supervisora nacional de Educación Básica General del Meduca. Por lo que considera una edad ideal para que el chico comience a desarrollar sus habilidades en el ámbito escolar.
“El hombre y la mujer son los únicos seres vivos a los que les toma un año aprender a caminar, mientras que los demás seres vivos caminan a las horas. Si nos toma un año caminar, las edades están hechas para algo”, plantea la psicóloga educativa Beatriz Barletta de Ortega.
En este sentido, considera que no hay por qué “mortificar” al niño matriculándolo en una clase donde es hasta seis o siete meses menor que el resto de sus compañeros.
“Es mejor que sea el más grande del salón a que sea el más chiquito”, añade Beatriz Barletta de Ortega, explicando que los mayorcitos de la clase suelen aprender más rápido y adaptarse socialmente de una mejor manera.
VEA Edad y nivel para estudiar

