Es el derrame de petróleo que más ha durado y que más gastos ha generado. La fuga que empezó el 20 de abril de 2010 podría pasarle una factura –solo por la limpieza– de más de 20 mil millones de dólares a la compañía British Petroleum (BP), dueña de la plataforma petrolera que explotó en el golfo de México.
Sin embargo, el impacto que a largo plazo generará, tanto en la economía como en la fauna y flora marina y, por ende, en el ser humano, no puede calcularse. Peor aún, no se han estimado las consecuencias que este derrame tendrá en los humedales costeros, hábitat de cientos de especies, ni de cuánto tardará su recuperación.
Y es que la explosión que provocó que se hundiera la plataforma Deepwater Horizon, en el golfo de México, es responsable de que se hayan lanzado al mar entre 2 millones 555 mil y 4 millones 300 mil barriles de petróleo –cada barril contiene 42 galones o 160 litros-, de los cuales solo se han podido recuperar 557 mil barriles.
En contraste con otros derrames de petróleo, como el que se dio en el golfo de Campeche (México) en 1979 –Ixtoc I–, que dejó verter 260 mil barriles de crudo, el impacto de Deepwater Horizon no tiene precedentes, ni siquiera con el derrame del Exxon Valdés, en 1989, en la costa de Alaska, que causó la muerte de unos 250 mil animales y por el cual hoy aún hay zonas contaminadas.
“Este ha sido el accidente que ha causado el mayor derrame accidental en la historia”, admite el profesor Daniel Suman, de la Facultad de Ciencias Marinas de la Universidad de Miami.





