Las 22 academias de la lengua española presentaron el Diccionario panhispánico de dudas.
Con esta iniciativa, esperan responder a los problemas más frecuentes del uso de un idioma hablado por 400 millones de personas.
Quien consulte el diccionario podrá saber que puede decirse gay (gais en plural), imprimido y también impreso, chatear y chequear y que se puede hablar del DVD como deuvedé o devedé.
En otros casos, los extranjerismos están ya tan asentados, que son casi inevitables. Así sucede con palabras como ballet o jazz, aunque los académicos creen que la primera podría adaptarse fácilmente al español como "balé".
También se trata de resolver dudas regionales, como que un mismo aparato se llame en unas zonas "celular" y en otras "móvil", o computadora, computador y ordenador.
El diccionario panhispánico también recomienda el uso de ciertas grafías para palabras controvertidas como "imán" para referirse a un guía espiritual musulmán (en vez de imam), jueza en vez de "la juez", pero no se puede decir cancillera y sí "la canciller".
Además, México es más aceptable que Méjico, aunque se pueden usar ambas (Iraq/Irak también) y hay que tener claro que siempre se acentuarán las mayúsculas.
El diccionario panhispánico ofrece más de 7,000 entradas. En el sitio en internet de la Academia Española (http:/www.rae.es), se puede consultar un avance.
Según sus promotores, el diccionario es "un instrumento ágil, atento a la evolución de la lengua", pero para algunos conocedores y habituales usuarios de la palabra, con esta iniciativa "ha caído la última barrera que defendía al idioma castellano". Según el historiador y guionista Jorge Ruiz, estas normas "son horribles".
Lili Maduro, traductora, explica que la españolización de ciertos términos anglosajones, hace que la palabra no "suene ni se vea bien" y termina pareciendo ridículo su uso.
