La ciudadela inca de Machu Picchu corre el riesgo de morir de éxito: la joya del turismo en Perú, que cada año atrae a cerca de 800 mil turistas, se ha salvado por los pelos de entrar en la lista del “patrimonio mundial en peligro”.
El Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco se reunió en París, y decidió “absolver” al Gobierno peruano y no incluir al monumento inca en la lista negra de patrimonio en peligro, aunque recomendó que un panel internacional de expertos vigile la evolución del enclave, especialmente en su punto más crítico: los accesos.
“De facto no pasa nada malo [por ser incluido en la lista], es más bien un sentimiento de vergüenza”, dijo el viceministro de Cultura, Bernardo Roca Rey.
Y es que el “jalón de orejas” iba a ser más llamativo cuando el país está en vísperas de organizar, el próximo 7 de julio, los actos del centenario del “descubrimiento” de la ciudadela inca por el explorador estadounidense Hiram Bingham.
Es común escuchar aquello de que hay que “desmachupizar” el turismo en Perú y buscar visitantes en las demás atracciones naturales y arqueológicas, pero la ciudadela inca tiene un “imán” innegable.
La Cámara Nacional de Turismo considera que Machu Picchu significa el 70% de los ingresos por turismo en Perú, cada turista deja en el país un promedio de 2 mil 200 dólares.