PELO LARGO.. No hace mucho, vi a una señora entrada en años -acérrima defensora de los animales-, insultar a un joven que llevaba un perro con tirabuzones apelmazados en su pelo, diciendo que, si no estaba dispuesto a mantenerlo en forma, sería mejor que lo regalara. Yo presencié esta escena, me acerqué ante la cara de asombro de ambos, y le expliqué que se trataba de un komondor, uno de los perros más exóticos a la vista popular.
Intenté decirle a la mujer que el pelo de esta raza es así, dando el aspecto de descuidado, que en realidad tiene que afelparse de esta manera formando esos vistosos cordones que a veces llegan a tocar el piso. A la vista de cualquiera, este tipo de pelaje -que se da de una forma muy similar también en la raza húngara “el puli”- es tan atípica que resulta increíble asimilarla como normal.
El komondor es una de las razas de perros pastores más antiguas, y se remonta al siglo XVI. Como muchas otras razas caninas, sufrió la guerra y la decadencia, y resurgió por peso propio y el cariño de aquellos que la conocían. En la década de 1980 se les comenzó a ver en mayor cantidad: hasta entonces había pocos.
Este perro de origen húngaro es un excelente trabajador de pastoreo, guardián, fuerte, compacto e imponente. Por su don de pastor es un obsesivo guardia de su territorio, siendo muy dependiente de los suyos, pero a la vez desconfiado de todo extraño que pueda acercarse al territorio que tiene a su cuidado.
El komondor es selectivo y difícilmente pide caricias a quien no conoce.
En el terreno de lo estético y la salud, a estos ejemplares es recomendable bañarlos totalmente solo dos veces por año, para no destruir su textura, aunque sí se pueden hacer lavados parciales.
Su color es blanco tiza, y pesa unas 130 libras.
Aprovecho esta raza con un pelo tan largo, denso y especial, para comentar que los perros transpiran por sus almohadillas y bajan su temperatura con el jadeo. El pelo, como las túnicas en los desiertos, los aisla de la temperatura exterior. Ellos funcionan diferente, y lo más seguro es que, tratando de hacerles bien, terminen por dañarlos. No los rasure compulsivamente.

